En Europa, en el siglo XI, Francia produjo el tapiz de Bayeux, una labor de tema épico, de 68 x 0,50 m , confeccionada en lana sobre tejido de lino. Representa las victorias de Guillermo el Conquistador y fue probablemente realizado por las damas de su corte. Gracias a que la sencillez de los materiales empleados en la ejecución de esta gran obra evitó la tentación de los saqueadores, podemos contar con su existencia en la actualidad.
Una crónica escrita por Baldric, abad de Bourgueil, describe otro bordado mucho más rico de la misma época. El abad se refiere a los baldaquinos confeccionados para la hija de Guillermo el Conquistador, Adela, y explica que estaban realizados con hilos de oro, plata y seda, y tan finamente trabajados que apenas eran visibles. "La habilidad de manos expertas había producido hilos de oro y plata tan finos que pienso que no exista nada tan delgado. El tul era de una sutileza inigualable. Joyas de color rojo centelleaban por toda la labor, y perlas de elevado precio tan grande era el brillo y la belleza de la tapicería que hubiera podido decirse que sobrepasaba los rayos de Febo. Además, leyendo las inscripciones podían reconocerse sobre el tapiz historias verdaderas y leyendas". Presumiblemente, puesto que no ha perdurado, se trate de uno de los bordados cuya riqueza sucumbió ante la prueba de la avaricia.
Una crónica escrita por Baldric, abad de Bourgueil, describe otro bordado mucho más rico de la misma época. El abad se refiere a los baldaquinos confeccionados para la hija de Guillermo el Conquistador, Adela, y explica que estaban realizados con hilos de oro, plata y seda, y tan finamente trabajados que apenas eran visibles. "La habilidad de manos expertas había producido hilos de oro y plata tan finos que pienso que no exista nada tan delgado. El tul era de una sutileza inigualable. Joyas de color rojo centelleaban por toda la labor, y perlas de elevado precio tan grande era el brillo y la belleza de la tapicería que hubiera podido decirse que sobrepasaba los rayos de Febo. Además, leyendo las inscripciones podían reconocerse sobre el tapiz historias verdaderas y leyendas". Presumiblemente, puesto que no ha perdurado, se trate de uno de los bordados cuya riqueza sucumbió ante la prueba de la avaricia.
En España, el arte musulmán dio gran impulso al bordado, y tanto en la época de los califas como en siglos posteriores se obtuvieron excelentes muestras.
Del período románico data nuestro Tapiz de la Creación (siglo XII), bordado sobre lino con hilos de lana. Se guarda en la catedral de Gerona y, aunque incompleto, presenta un inmejorable estado de conservación.
Desde los siglos XI a XIII, Inglaterra prosperó económicamente bajo la dominación Normanda, y sus labores de bordado florecieron, adquiriendo fama en toda Europa bajo la denominación de opus Anglicanum y utilizándose primordialmente para fines eclesiásticos. Los papas se interesaban por ellas y se ofrecían a los reyes como regalo. Afortunadamente, la estima de estos bordados provenía de la delicadeza de su ejecución y del detalle de sus figuras más que de la riqueza de sus hilos que eran principalmente de seda. Gracias al reconocimiento de su alto valor se han conservado con esmero muchas muestras que pueden admirarse en museos y catedrales de toda Europa. Los primeros diseños se componían de motivos enmarcados en círculos confeccionados a base de hojas, frutas y pájaros, al estilo de las antiguas labores frigias. Más adelante, los círculos se sustituyeron por arcos góticos que albergaban en su interior figuras bíblicas de estilo realista a punto de cordoncillo.
Por la misma época, los bordadores de la Alemania medieval utilizaban abalorios y cuentas de cristal en lugar de joyas y perlas, y fondos e hilos de lino en vez de oro y ricas sedas. Estos materiales más humildes dieron origen a dos nuevos tipos de bordado. Uno era el bordado de abalorios que, en los siglos XVIII y XIX, se empleaba en la realización de tapices, bolsas e incluso cojines. El otro era el bordado calado o en blanco, denominado más tarde opus Teutonicum, que utilizaba tejidos e hilos de lino. Las monjas eran quienes confeccionaban principalmente este tipo de bordado, y empleaban para ello hilos blancos sobre tela de lino blanca con diseños realizados por pintores errantes. Los puntos de este bordado no sólo servían para decorar el tejido, sino que además algunos se confeccionaban sobre zonas recortadas para formar dibujos calados. La fama de estas labores fue divulgándose gradualmente y sus técnicas fueron adoptadas en primer lugar por los suizos, y más adelante en los países escandinavos donde todavía florecen en la actualidad, en lugares como Hardanger en Noruega y Hedebo en Dinamarca.
Los italianos también se interesaron por las técnicas del bordado en blanco y las emplearon en un estilo mucho más calado, desarrollando sus famosos bordados cortados de reticella e inventando, más tarde (siglo XV) el encaje de aguja que combinaba las técnicas del bordado reticella con las de las puntillas de aguja.
Hacia el mismo período se desarrolló también un nuevo estilo de 'bordado, conocido por Veneciano en el que los contornos y los fondos de los motivos se rellenaban a punto de cruz italiano con hilos de seda de colores, dejando expuesta la tela de fondo por fuera de los contornos. Aunque la técnica tuvo su origen en Asís, Italia, también puede apreciarse en bordados griegos y en labores escandinavas modernas.
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Bordados desde el siglo xv al siglo xx.
Puntos planos bordado punto de bastilla.
Puntos planos bordado punto de cordoncillo y punto rajado.
Puntos-planos bordado punto pasado.
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