Bordados

martes, 5 de abril de 2011

Bordados desde el siglo XV al siglo XX

Influencia renacentista.
En el siglo XV, el Renacimiento tuvo un efecto inmediato sobre el bordado. Hasta entonces, las diferentes técnicas habían seguido su propio curso: los distintos puntos determinaban la textura de las labores y las sedas, oro, lanas y linos componían el diseño de las ricas superficies.

Con la llegada del Renacimiento, la aguja comenzó a utilizarse a imitación del pincel y los hilos a semejanza de las pintu­ras, de modo que los bordados se convirtieron en cuadros realistas con participación de motivos arquitectónicos e introducción de la perspectiva por vez primera. Este nuevo estilo realista fue enorme­mente propiciado por los ricos protectores de la época, como los Duques de Borgoña y los Médicis, los cuales corrían con los gastos de las labores y empleaban a los pintores en boga, como Veronés y Botticelli, para crear los diseños. En España tuvo particular impor­tancia en algunas poblaciones como Toledo, Sevilla, Barcelona y Valencia. En las catedrales de Toledo y Valencia y en el Monasterio de Guadalupe se conservan valiosísimos bordados de este período, sobre todo en cuanto a la consecución del modelado de rostros se refiere.

El siglo XVI.
En el siglo XVI, los cuadros españoles eran utilizados por los borda­dores como muestras para confeccionar suntuosas labores de puntos bordados en oro y pedrería que producían contornos muy definidos. Destacan en esta época los grandes bordados realizados general­mente por hombres, dirigidos casi siempre por un "maestro". Los nombres de muchos de estos maestros han pasado a la posteridad; tal es el caso de los burgaleses Camina y Ochandiano; los granadinos Nicolás de Villegas y Juan de Salas; el segoviano Bartolomé Muñoz; los aragoneses Juan de Leyden, Jaime Albert, Pedro de Bruselas, Gabriel Álvarez, Miguel Cuevas y Jaime Moyano; y los bordadores que trabajaron para la catedral de Sevilla Juan Ruiz, Gabriel y Cosme Carvajal, Juan de Salcedo, Antón de Celadas y Luis de Var­gas (según cita Tomás Gutiérrez-Larraya en su labor de adaptación del libro "Tus labores" de Biblioteca Daimon). Los nombres citados son tan sólo unos pocos, ya que de mencionar todos los que se cono­cen la relación resultaría interminable. Por entonces se creó en España un nuevo tipo de labor, denominada bordado en negro en cuya confección se empleaba seda negra sobre lino blanco para com­poner motivos a base de tallos sinuosos y hojas de intrincado relleno, en ocasiones enriquecidos con oro y lentejuelas. Este estilo de bor­dado se extendió rápidamente a otras partes de Europa y muchos retratos de moda en la época muestran prendas decoradas con bor­dados en negro. 


El siglo XVII .
En el siglo XVII, la extravagancia cedió su puesto a la comodidad: las cortinas bordadas se confeccionaban con lanas y constituían una protección necesaria contra las corrientes de aire. También fue en esta época cuando comenzaron a tapizarse las sillas y esto abrió un nuevo campo de posibilidades a las labores de aguja. En Inglaterra se desarrolló un estilo, probablemente inspirado en los algodones estam­pados orientales, y denominado bordado jacobino, en el que se empleaban lanas de colores para realizar amplios diseños de árboles, hojas, frutas, flores y pájaros, todos ellos estilizados y de gran tama­ño. La moda del encaje comenzaba también a ganar partidarios: el encaje de bolillos había sido inventado en Sajonia en la mitad del siglo XVI, y el encaje de aguja se había extendido desde Italia a España, Francia y Bélgica. 


El siglo XVIII 
En el siglo XVIII, el bordado se utilizaba cada vez más para adornar la ropa. En las prendas femeninas solía emplearse para cubrir faldas, canesú s, puños y escotes. En las masculinas, sin embargo, se confec­cionaba incluso con mejor resultado y originalidad: los chalecos de brocado iban enteramente bordados a base de motivos que se repetían en los puños, bordes y bolsillos de los trajes. Los diseños oscilaban desde diminutas llores detalladas hasta escenas tales como peleas de gallos completas, con revuelos de plumas inclusive.

El siglo XIX.
El siglo XIX trajo, junto con la introducción de las máquinas, dise­ños de bordados y revistas especializadas en labores que podían adquirirse en los comercios. El advenimiento de los nuevos tejidos confeccionados a máquina precipitó el declive de las prendas borda­das a mano, aunque el bordado en blanco siguió utilizándose en len­cería doméstica, ropa interior y canastillas.
También se pusieron de moda las labores con azabaches (utiliza. das principalmente por las viudas para indicar su estado), que se con­feccionaban con abalorios de azabache cosidos en elaboradas dispo­siciones florales o en forma de surtidores, para adornar chaquetas, canesús y bolsos. Los cuadros bordados constituían otra de las modas de la época, y se realizaban a imitación exacta de obras de arte existentes (véase bordado ovalado al pie de la página).

El siglo XX.
En el siglo XX, el arte tribal de algunos pueblos, como los masais africanos o los indios norteamericanos, ofrece una originalidad muy actual. El bordado tradicional sigue floreciendo en China, la India, Marruecos, la península escandinava, México y Perú.
Una notable excepción a la casi total ausencia de bordado com­plejo en Europa es la costura francesa, en la que el arte del bordado con lentejuelas ha sido y sigue siendo aplicado a la confección de prendas de vestir. Las lentejuelas aparecieron por vez primera en los vestidos de faralá de la década de los años veinte, combinados con azabache, oro y plata, formando parte de diseños de líneas ondula­das suaves o complicadas formas geométricas, con abalorios ensar­tados en hilos a modo de flecos, cosidos sobre los dobladillos para dar brillo y tintineo al conjunto. En la década siguiente, las lentejue­las se aplicaban en vestidos largos y estrechos para componer fondos sobre los que contrastaban flores grandes y brillantes. 


Otros artículos.


Puntos planos bordado punto de bastilla.
Punto de cordoncillo.
Puntos planos bordado punto pasado.
Bastidores de bordado.



1 comentario:

  1. Gran informaciò. Soy apasionada del bordado en punto de cruz y al pasado en la busqueda de diseños hùngaros he llegado al borado jacobino que es hermoso en sus lineas y flores.

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