Bordados

viernes, 29 de abril de 2011

jueves, 28 de abril de 2011

Punto de cruz reversible.- Bordados de fina.



Produce un bordado idéntico en ambas caras de la tela y se utiliza en labores finas o reversibles.

martes, 26 de abril de 2011

Utensilios.- Bordados de fina.


Para obtener los mejores resultados en materia de bordado es importante emplear utensilios de buena calidad.
 Las tijeras deben ser pequeñas y afiladas.

jueves, 21 de abril de 2011

Punto zurcido.- Bordados de fina.

Detalle de un tapiz del
 Dodecaneso del siglo XVIII

 También se denomina punto de hilván.

Se trata de un punto de bastilla de puntadas largas y, por consiguiente, de gran superficie.

martes, 19 de abril de 2011

Punto helecho.- Bordados de fina.

Punto de helecho confeccionado con hilo
de seda sobre tejido de seda
El punto de helecho se emplea para hacer rellenos poco compactos, así como composiciones y perfiles de aspecto rizado semejante al de las hojas de los helechos.

Punto pasado abierto.- Bordados fina.

Se realiza de igual modo que el punto pasado encontrado, pero dejando separado entre las puntadas.

sábado, 16 de abril de 2011

Montaje de bastidores de lados rectos.- Bordados fina


 Los bastidores de lados rectos son algo más difíciles de montar y desmontar que los redondos, y las telas que deban ser bordadas en ellos requieren una preparación previa: sus bordes han de remeterse y dobladillarse, o cubrirse con cinta de 2 cm que posteriormente será retirada.

viernes, 15 de abril de 2011

Montaje de bastidores redondos..- Bordados de Fina

Los bastidores redondos se emplean generalmente para labores de bordado de pequeñas dimensiones.

domingo, 10 de abril de 2011

Bastidores de bordado

Bastidor redondo de mesa

Bastidores redondos
Los bastidores de bordado se utilizan para sujetar la tela de fondo mientras está siendo bordada.

Aunque el bastidor no es necesario para todos los tipos de bordado, contribuye a facilitar la labor por varias causas.

viernes, 8 de abril de 2011

Puntos planos.- Bordado punto pasado plano y punto pasado alternado.

Punto pasado plano.

Es uno de los puntos mayores del bordado y, aunque parece sencillo, resulta difícil conse­guir que las puntadas queden juntas y unifor­mes para obtener contornos bien acabados. 

jueves, 7 de abril de 2011

Puntos planos.- Bordado punto de cordoncillo y punto rajado.

Los chinos son probablemente los mejores exponentes del arte del bordado a base de puntos planos; el punto pasado plano interviene en la mayoría de sus bordados pictóricos. Los puntos de bastilla doble, trazo, cordoncillo, rajado y pasado plano datan de la época en que se confeccionaron los primeros bordados de que se tiene noticia. El cordoncillo, por ejemplo, se conocía en Egipto y Perú ya por el año 900 a. de C.


Punto de cordoncillo.

Es uno de los principales puntos de bordado y puede emplearse con muy diversos fines: para fondos, perfiles, rellenos y líneas. También se utiliza para sombrear.
Se confecciona manteniendo el hilo del mismo lado que la aguja.
Se trabaja en hileras muy juntas para hacer rellenos y fondos. Para obtener efecto de mayor anchura, la aguja debe penetrar en el tejido ligeramente inclinada.


Punto rajado.

Es un punto muy importante para todo tipo de bordados figurativos, y se utiliza también para hacer contornos y rellenos. Como su nombre sugiere, los cabos del hilo se separan al confec­cionar cada puntada, haciendo invisible la estructura de éste y dando al bordado unas cualidades de suavidad y falta de relieve.
Se realiza del mismo modo que el cordonci­llo, pero introduciendo la aguja por entre los cabos del hilo al extraerla del tejido.


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Puntos planos bordado punto pasado.
Bastidores de bordado.
Punto de cordoncillo.
Montaje de bastidores redondos.

miércoles, 6 de abril de 2011

Puntos planos .- Bordado punto de bastilla y punto de trazo

Punto de bastilla.

Detalle de un tocado inglés de comienzos del siglo XVIII







Los puntos planos son los puntos de bordado más antiguos y los más sencillos de confeccionar. Se forman a base de puntadas rectas y pla­nas en diferentes tamaños, direcciones e intervalos.






















El más sencillo de todos los puntos, el punto de bastilla, constituye el punto básico de cos­tura. En bordado se emplea para hacer líneas, para perfilar y para componer la base de otros puntos. También se utiliza para el acolchado a mano.
Punto de trazo.


Detalle de un muestrario Italiano de comienzos del siglo XVII























También se denomina punto de perfilo punto atrás y pespunte en costura. Cuando se utiliza para perfilar y hacer líneas debe ejecutarse en puntadas menudas y uniformes. Es más abul­tado que el punto de bastilla doble. Se realiza haciendo primero una puntada y luego otra más atrás. Las puntadas deben ser muy semejantes a las del pespunte a máquina por el derecho de la labor.

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Punto de cordoncillo.
Puntos planos bordado punto pasado.
Bastidores de bordado.
Punto de cordoncillo.

martes, 5 de abril de 2011

Bordados desde el siglo XV al siglo XX

Influencia renacentista.
En el siglo XV, el Renacimiento tuvo un efecto inmediato sobre el bordado. Hasta entonces, las diferentes técnicas habían seguido su propio curso: los distintos puntos determinaban la textura de las labores y las sedas, oro, lanas y linos componían el diseño de las ricas superficies.

Con la llegada del Renacimiento, la aguja comenzó a utilizarse a imitación del pincel y los hilos a semejanza de las pintu­ras, de modo que los bordados se convirtieron en cuadros realistas con participación de motivos arquitectónicos e introducción de la perspectiva por vez primera. Este nuevo estilo realista fue enorme­mente propiciado por los ricos protectores de la época, como los Duques de Borgoña y los Médicis, los cuales corrían con los gastos de las labores y empleaban a los pintores en boga, como Veronés y Botticelli, para crear los diseños. En España tuvo particular impor­tancia en algunas poblaciones como Toledo, Sevilla, Barcelona y Valencia. En las catedrales de Toledo y Valencia y en el Monasterio de Guadalupe se conservan valiosísimos bordados de este período, sobre todo en cuanto a la consecución del modelado de rostros se refiere.

El siglo XVI.
En el siglo XVI, los cuadros españoles eran utilizados por los borda­dores como muestras para confeccionar suntuosas labores de puntos bordados en oro y pedrería que producían contornos muy definidos. Destacan en esta época los grandes bordados realizados general­mente por hombres, dirigidos casi siempre por un "maestro". Los nombres de muchos de estos maestros han pasado a la posteridad; tal es el caso de los burgaleses Camina y Ochandiano; los granadinos Nicolás de Villegas y Juan de Salas; el segoviano Bartolomé Muñoz; los aragoneses Juan de Leyden, Jaime Albert, Pedro de Bruselas, Gabriel Álvarez, Miguel Cuevas y Jaime Moyano; y los bordadores que trabajaron para la catedral de Sevilla Juan Ruiz, Gabriel y Cosme Carvajal, Juan de Salcedo, Antón de Celadas y Luis de Var­gas (según cita Tomás Gutiérrez-Larraya en su labor de adaptación del libro "Tus labores" de Biblioteca Daimon). Los nombres citados son tan sólo unos pocos, ya que de mencionar todos los que se cono­cen la relación resultaría interminable. Por entonces se creó en España un nuevo tipo de labor, denominada bordado en negro en cuya confección se empleaba seda negra sobre lino blanco para com­poner motivos a base de tallos sinuosos y hojas de intrincado relleno, en ocasiones enriquecidos con oro y lentejuelas. Este estilo de bor­dado se extendió rápidamente a otras partes de Europa y muchos retratos de moda en la época muestran prendas decoradas con bor­dados en negro. 


El siglo XVII .
En el siglo XVII, la extravagancia cedió su puesto a la comodidad: las cortinas bordadas se confeccionaban con lanas y constituían una protección necesaria contra las corrientes de aire. También fue en esta época cuando comenzaron a tapizarse las sillas y esto abrió un nuevo campo de posibilidades a las labores de aguja. En Inglaterra se desarrolló un estilo, probablemente inspirado en los algodones estam­pados orientales, y denominado bordado jacobino, en el que se empleaban lanas de colores para realizar amplios diseños de árboles, hojas, frutas, flores y pájaros, todos ellos estilizados y de gran tama­ño. La moda del encaje comenzaba también a ganar partidarios: el encaje de bolillos había sido inventado en Sajonia en la mitad del siglo XVI, y el encaje de aguja se había extendido desde Italia a España, Francia y Bélgica. 


El siglo XVIII 
En el siglo XVIII, el bordado se utilizaba cada vez más para adornar la ropa. En las prendas femeninas solía emplearse para cubrir faldas, canesú s, puños y escotes. En las masculinas, sin embargo, se confec­cionaba incluso con mejor resultado y originalidad: los chalecos de brocado iban enteramente bordados a base de motivos que se repetían en los puños, bordes y bolsillos de los trajes. Los diseños oscilaban desde diminutas llores detalladas hasta escenas tales como peleas de gallos completas, con revuelos de plumas inclusive.

El siglo XIX.
El siglo XIX trajo, junto con la introducción de las máquinas, dise­ños de bordados y revistas especializadas en labores que podían adquirirse en los comercios. El advenimiento de los nuevos tejidos confeccionados a máquina precipitó el declive de las prendas borda­das a mano, aunque el bordado en blanco siguió utilizándose en len­cería doméstica, ropa interior y canastillas.
También se pusieron de moda las labores con azabaches (utiliza. das principalmente por las viudas para indicar su estado), que se con­feccionaban con abalorios de azabache cosidos en elaboradas dispo­siciones florales o en forma de surtidores, para adornar chaquetas, canesús y bolsos. Los cuadros bordados constituían otra de las modas de la época, y se realizaban a imitación exacta de obras de arte existentes (véase bordado ovalado al pie de la página).

El siglo XX.
En el siglo XX, el arte tribal de algunos pueblos, como los masais africanos o los indios norteamericanos, ofrece una originalidad muy actual. El bordado tradicional sigue floreciendo en China, la India, Marruecos, la península escandinava, México y Perú.
Una notable excepción a la casi total ausencia de bordado com­plejo en Europa es la costura francesa, en la que el arte del bordado con lentejuelas ha sido y sigue siendo aplicado a la confección de prendas de vestir. Las lentejuelas aparecieron por vez primera en los vestidos de faralá de la década de los años veinte, combinados con azabache, oro y plata, formando parte de diseños de líneas ondula­das suaves o complicadas formas geométricas, con abalorios ensar­tados en hilos a modo de flecos, cosidos sobre los dobladillos para dar brillo y tintineo al conjunto. En la década siguiente, las lentejue­las se aplicaban en vestidos largos y estrechos para componer fondos sobre los que contrastaban flores grandes y brillantes. 


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Puntos planos bordado punto de bastilla.
Punto de cordoncillo.
Puntos planos bordado punto pasado.
Bastidores de bordado.



lunes, 4 de abril de 2011

Bordado medieval


En Europa, en el siglo XI, Francia produjo el tapiz de Bayeux, una labor de tema épico, de 68 x 0,50 m, confeccionada en lana sobre tejido de lino. Representa las victorias de Guillermo el Conquistador y fue probablemente realizado por las damas de su corte. Gracias a que la sencillez de los materiales empleados en la ejecución de esta gran obra evitó la tentación de los saqueadores, podemos contar con su existencia en la actualidad.

Una crónica escrita por Baldric, abad de Bourgueil, describe otro bordado mucho más rico de la misma época. El abad se refiere a los baldaquinos confeccionados para la hija de Guillermo el Conquistador, Adela, y explica que estaban rea­lizados con hilos de oro, plata y seda, y tan finamente trabajados que apenas eran visibles. "La habilidad de manos expertas había produ­cido hilos de oro y plata tan finos que pienso que no exista nada tan delgado. El tul era de una sutileza inigualable. Joyas de color rojo centelleaban por toda la labor, y perlas de elevado precio tan grande era el brillo y la belleza de la tapicería que hubiera podido decirse que sobrepasaba los rayos de Febo. Además, leyendo las ins­cripciones podían reconocerse sobre el tapiz historias verdaderas y leyendas". Presumiblemente, puesto que no ha perdurado, se trate de uno de los bordados cuya riqueza sucumbió ante la prueba de la avaricia.

En España, el arte musulmán dio gran impulso al bordado, y tanto en la época de los califas como en siglos posteriores se obtuvieron excelentes muestras.

Del período románico data nuestro Tapiz de la Creación (siglo XII), bordado sobre lino con hilos de lana. Se guarda en la catedral de Gerona y, aunque incompleto, presenta un inmejorable estado de conservación.

Desde los siglos XI a XIII, Inglaterra prosperó económicamente bajo la dominación Normanda, y sus labores de bordado florecieron, adquiriendo fama en toda Europa bajo la denominación de opus Anglicanum y utilizándose primordialmente para fines eclesiásticos. Los papas se interesaban por ellas y se ofrecían a los reyes como regalo. Afortunadamente, la estima de estos bordados provenía de la delicadeza de su ejecución y del detalle de sus figuras más que de la riqueza de sus hilos que eran principalmente de seda. Gracias al reco­nocimiento de su alto valor se han conservado con esmero muchas muestras que pueden admirarse en museos y catedrales de toda Europa. Los primeros diseños se componían de motivos enmarcados en círculos confeccionados a base de hojas, frutas y pájaros, al estilo de las antiguas labores frigias. Más adelante, los círculos se sustituye­ron por arcos góticos que albergaban en su interior figuras bíblicas de estilo realista a punto de cordoncillo.

Por la misma época, los bordadores de la Alemania medieval utili­zaban abalorios y cuentas de cristal en lugar de joyas y perlas, y fon­dos e hilos de lino en vez de oro y ricas sedas. Estos materiales más humildes dieron origen a dos nuevos tipos de bordado. Uno era el bordado de abalorios que, en los siglos XVIII y XIX, se empleaba en la realización de tapices, bolsas e incluso cojines. El otro era el bor­dado calado o en blanco, denominado más tarde opus Teutonicum, que utilizaba tejidos e hilos de lino. Las monjas eran quienes confec­cionaban principalmente este tipo de bordado, y empleaban para ello hilos blancos sobre tela de lino blanca con diseños realizados por pin­tores errantes. Los puntos de este bordado no sólo servían para deco­rar el tejido, sino que además algunos se confeccionaban sobre zonas recortadas para formar dibujos calados. La fama de estas labores fue divulgándose gradualmente y sus técnicas fueron adoptadas en pri­mer lugar por los suizos, y más adelante en los países escandinavos donde todavía florecen en la actualidad, en lugares como Hardanger en Noruega y Hedebo en Dinamarca.

Los italianos también se interesaron por las técnicas del bordado en blanco y las emplearon en un estilo mucho más calado, desarro­llando sus famosos bordados cortados de reticella e inventando, más tarde (siglo XV) el encaje de aguja que combinaba las técnicas del bordado reticella con las de las puntillas de aguja.

Hacia el mismo período se desarrolló también un nuevo estilo de 'bordado, conocido por Veneciano en el que los contornos y los fon­dos de los motivos se rellenaban a punto de cruz italiano con hilos de seda de colores, dejando expuesta la tela de fondo por fuera de los contornos. Aunque la técnica tuvo su origen en Asís, Italia, también puede apreciarse en bordados griegos y en labores escandinavas mo­dernas.


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Puntos planos bordado punto de bastilla.
Puntos planos bordado punto de cordoncillo y punto rajado.
Puntos-planos bordado punto pasado.



sábado, 2 de abril de 2011

Historia del bordado

Antes de empezar con hilos, telas  y agujas es conveniente un poco de cultura y aprender la historia del bordado.

El bordado es el arte de decorar un tejido con diferentes puntos para enriquecerlo y realzar su belleza. Se puede realizar sobre cualquier material flexible desde el cuero a la gasa, con hilaturas tan distintas como lana o el oro más fino, y embellecerse con joyas, perlas y esmaltes.
La riqueza del bordado en el pasado dio lugar a veces a que manos avaras deshicieran labores preciosas para apropiarse de joyas e hilos de oro.
Debido a la naturaleza perecedera del tejido, los orígenes del bor­dado, como los de las demás labores de aguja, son imprecisos. Su historia resulta también difícil de reconstituir: los griegos lo atribuye­ron a Minerva, los peruanos a Mama Ella, consorte de su primer soberano Mango Capac, y los chinos afirman que su descubrimiento se debe a la esposa del Emperador Yao. Nos quedan sin embargo documentos, esculturas y pinturas para ayudarnos a reconstruir la historia del antiguo arte de la aguja.


Bordado antiguo.

En muchos países, y especialmente en China, el bordado se empleaba como lenguaje simbólico y no meramente como decoración. Su utili­zación en prendas de vestir solía denotar rango o posición social aco­modada y el portador era objeto de alabanzas y acreedor de buenos deseos. Este lenguaje simbólico parece haber cristalizado los diseños, ya que los estilos de hace 2000 años permanecen en la actualidad sin grandes variaciones. En el bordado chino, por ejemplo, los símbolos incluían: la mariposa como representación del amor o la felicidad conyugal, los murciélagos de color rosa la dicha, el cráneo la longevi­dad, los patos mandarines el afecto conyugal, el ganso la felicidad del hogar y el papagayo como advertencia a las esposas infieles. El fénix estaba reservado a la emperatriz como símbolo de belleza y buena suerte, mientras que el dragón de cinco garras o Dragón Lung y el color amarillo eran exclusivamente de uso imperial. Las flores y fru­tos también tenían su significado: el melocotón y el convólvulo se uti­lizaban en prendas nupciales, la granada para desear fertilidad y el loto fecundidad y pureza.
En la India el bordado tenía su definición en el Código de Manú redactado hace más de 2500 años, estando sujeto a normas estrictas relativas a su empleo, diseño y emplazamiento más idóneo según el tipo de bordado que se trabajase. De esta manera el arte del bordado llegó a convertirse en medio de subsistencia y profesión heredada para hombres y mujeres de extensas zonas de la India, cuya habili­dad y técnica se transmitían de generación en generación.

En el antiguo Perú, aislado de Europa y del Oriente, se empleaban puntos de bordado semejantes a los que componen los tejidos de punto para crear complicados motivos rituales que se confecciona­ban en lanas de llama de vivos colores. Los peruanos no sólo produ­cían tejidos enormemente elaborados a base de puntos de bordado, sino que empleaban también la técnica para componer flecos y cene­fas en relieve con diseños de pequeños pájaros y figuras parecidas a muñecos.

Los griegos y los romanos utilizaban a veces el bordado en diseños geométricos de líneas rectas para bordear sus túnicas y togas. Tam­bién gustaban de engalanarse con ricas vestimentas bordadas en oro que se confeccionaban en Frigia, puerto del Mar Egeo que hoy perte­nece a Turquía. Los frigios eran, famosos por sus borda­dos en oro. Los medallones circulares que adornaban estas vestimen­tas fueron adoptados, siglos más tarde, en las primeras labores del bordado europeo. Los motivos geométricos y circulares dieron paso, gradualmente, a diseños figurativos, entre los que se introdujeron motivos botánicos, animales y figuras humanas. De estas labores no ha perdurado ninguna muestra, y lo único que sabemos al respecto está contenido en relatos de la época.


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